Me llega tu silueta, enamorada
de mi silla, mi lámpara y mi suerte,
tus ojos sin cristales ni plegarias,
tus manos
hijas del miedo
y la nostalgia,
tus manos... siempre,
tus manos... nada.
Me llega tu silbido cotidiano,
me llega desde adentro, como un beso
que no desnuda amor... no da reparo,
me llegas,
me llegas siempre,
llegas y callas,
mujer silencio,
mujer hermana.
Soledad,
hoy no esperes de mi complicidad,
hoy tracé nuevos surcos en mi voz
y agito una razón... y agito una ilusión.
Soledad, es mi sangre que retoma su caudal
la que arrasa los puentes del dolor
y engendra un corazón,
y salva un corazón
Soledad,
parirás nuevos hijos de este adiós
y de rostros sin huellas sembrarás
mi cama y mi mantel,
el vaso y la pared,
mas no regresaré,
mas no regresaré
atrás...
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