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jueves, 21 de octubre de 2010

Laura


Lo primero que ves... son sus labios
unos labios pulposos, de aguaviva
delineados a pulso por la marcha
del tiempo y su aspereza, que no pudo
borrarle ni una gota de su rosa
color predominante
ni su brillo ni su jugo
punto y aparte.

Luego llegan los ojos, miel y tierra
que miran como miran las fogatas
iluminando y moviéndose en marejadas
una sinuosidad como de médanos
en sus líneas
que parecen temblar aún sin hacerlo
casi tristes pero vivos
a la sombra de unas hebras menudas

Los arcos de las cejas, un enigma
frondosos y enojados, qué mentira...
si bastan tres palabras para verlos
saltar en siete patas
estallando de risa por la cara

Una nariz precisa y pequeñita
infantil en sus suaves redondeces
donde solo cabe el aire necesario
lleva un brillo ajustado y elegido
un detalle sutil
que la engalana

La frente amplia, vísperas de su pelo
que llueve negro y raudo por sus lados
finísimos, salvajemente amenos
creados para el tacto de quién sabe
los besos de quién sabe
solo ella

Y así, mirándola, pasa la tarde...

pienso el atajo preciso de su pecho
la estrategia de traerla hasta mis días
la manera de estamparla en los recuerdos
de sumarla al contingente de estaciones
que se vienen
ya volando
con los días
ya próximos

*   *   *   *   *   *

2 comentarios:

  1. Va gustando, las descripciones, de ser capaz de hacerse con ello una imagen. Un abrazo

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  2. Gracias por tu paso aquí, Juan...!!
    Supongo que ya falta menos, no está en mis manos el desenlace de esta historia.
    Un gran abrazo, amigo

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