Sonetango

Marcela Motta

     Hablar de Buenos Aires sin su lluvia,

sin las hojas que navegan en los charcos,

sin aquella curda atroz de sus veredas

ni estos besos de café sobre los labios.

Hablar de un Buenos Aires sin ausencias.

sin furtivos juramentos… sin resabios

ni ventanas donde amasijar las horas,

sin aureolas de silencios y cigarros.

Hablar de Buenos Aires sin morirse,

sin arrancarse la carne de a pedazos,                  

sin rasguñarse la sangre y la vergüenza

ni salpicar algo de espanto en el asfalto

es convertir el tiempo y la palabra

en algo parecido a desarraigo.